Hace años que el continente africano es la víctima de numerosas plagas, entre ellas el tráfico de armas que mata hoy mucho más que el paludismo, la hambruna y el Sida. Desde el nacimiento de la mayoría de nosotros, no hay ni un solo día en que no vemos, no leemos o no escuchamos hablar de los africanos matándose. Incluso quisieran hacernos creer que es la índole misma del africano la de matar a su próximo y no es escaso ver en cualquier programa que habla de África hombres, a menudo jóvenes, exhibir sus “kalachnikovs” o sus “AK47”. Tales programas están a menudo acompañados de comentarios explicando el carácter folklórico de estas armas. Sin embargo, ninguna de ellas esta fabricado en el continente africano. Entonces, es urgente y fundamental que nuestra generación se movilice para decirle “basta a la proliferación de las armas en África”.
En 2001, las Naciones Unidas adoptaron un Programa de acción al respecto de las armas ligeras y de pequeño calibre. Este programa apuntaba a prevenir, combatir y eliminar el comercio ilícito de las armas ligeras desde todos sus aspectos. En 2006, luego en 2012, los representantes de los gobiernos, organizaciones regionales e internacionales y de la sociedad civil se han vuelto a ver para negociar sobre este tratado.
Debido al bloqueo de algunos Estados empujados por los lobbys de las armas, esta conferencia ha, una vez más, desembocado sobre grandes discursos sin reales compromisos ni programa de instrumentación. Aunque al adoptar por unanimidad el Programa de Acción en 2001 estos Estados se comprometieron a colectar y destruir las armas ilegales, a adoptar y aprobar una legislación nacional que sancionaría el comercio ilícito de las armas ligeras, a regular las actividades de los intermediarios, a tomar medidas en contra de los que transgreden estas leyes y, con este fin, a coordinar mejor los esfuerzos internacionales, más de diez años después, las armas ligeras siguen provocando la muerte de medio millón de personas cada año en el mundo.
En África, hoy en día, las armas ligeras hacen directamente o indirectamente mas muertos que el paludismo, el Sida o la hambrunasegún los expertos. Así vemos que la plena instrumentación del Programa de acción del 2001 o de cualquier acción apuntando a parar la proliferación de las armas es una prioridad urgente y un proceso de largo recorrido que necesita perseverancia y obstinación por parte de nuestra generación.
Las armas ilícitas merman el desarrollo de los países africanos, agravan la violencia sexual, permiten a las pandillas urbanas atacar las empresas, a los piratas atacar los barcos y a los barones de la droga amenazar a las fuerzas del orden, desestabilizar los países, imponer sus visiones del mundo y matar a inocentes. Así, la responsabilidad de los países gran productores de armas está claramente comprometida.
En el momento en que los países del mundo entero piensan en reducir la proliferación de las armas, los responsables africanos quieren transformar el continente en una gran basura donde las armas no vendidas o solamente prohibidas se pueden encontrar. Le corresponde a la nueva generación movilizarse con fuerza para decirle NO A LA PROLIFERACION DE LAS ARMAS EN AFRICA.
Les pedimos a todos los ciudadanos africanos del continente, así como a los de la diáspora, cual sea su sexo, su opinión política, su religión o su origen social que se movilizan para difundir esta campaña. Invitamos a todos los amigos de África que se junten a nuestra movilización. Por fin, les pedimos a los artistas, a los deportistas, a los intelectuales, a los operadores económicos, a las mujeres y a los hombres políticos africanos y a sus amigos que se unan a nuestra movilización.